Por Isabella Nuñez

 

La memoria, identidad y cuerpo como ejes de creación y sentido de supervivencia

Rodrigo Gómez hace de su exposición una experiencia genuina

Más que para su público, lo hace para él.

Al entrar a la galería Galia lo primero que atrapa visualmente es su escritorio, mesas de trabajo, un parlante pequeño con música mientras alrededor sus fotos colgadas y puestas sobre mesas entendiendo al instante que más que ir a ver, te está invitando a ser parte de su intimidad y como la ha registrado.

El sentido de pertenencia en Rodrigo es una bandera que lleva en sus diarios de vida hechas obra de arte, un libro con fotos de sus recorridos, escritos biográficos en español y francés, país en el que se crio y creció después de que su padre exiliara hacia Francia en la dictadura de Pinochet.

Conversando con él, nos cuenta que su mayor interés es tener su cuerpo en movimiento, colaborar con más artistas y como dijo textualmente, vivir.

Me recuerda al método de stanivslaski, actor y director ruso que propuso el realismo psicológico como método actoral, basándose en que se debe ocupar la memoria emocional. Crear un contexto realista, sentido de la verdad y ejercer a partir de las circunstancias dadas.

Rodrigo cuenta que se trajo los sillones de su abuela a la galería, su tocadiscos y que invita a sus amigos los sábados para conversar, siempre con la búsqueda emocional de habitar el lugar dado y hacerlo lo más personal posible.

Lo mismo que refleja en sus obras, no hay ninguna mentira entre el invitándonos a pasar el sábado con sus ideas, charlas y hacer un libro fotográfico con registros del diario de su padre, de hecho, presenta aquel libro como el más importante que ha hecho.

Rodrigo extrañaba chile sin haberlo pisado nunca, extrañaba los lugares que nunca habito y extrañaba las anécdotas que nunca vivió pero que habían escuchado toda su vida gracias a sus padres. El territorio estaba en lo profundo de una vida que le pertenecía y a su misma vez no, en ese sentido el artista comienza a retratar de forma autodidacta rostros, calles, movimientos que le hacen sentido y que podemos encontrar en la galería predominando el blanco y negro, entregándonos esa nostalgia con la que creció y plasmo en sus trabajos tanto en Francia como aquí en Valparaíso. 

El fin no es la perfección nos dijo Rodrigo mientras nos mostraba sus distintos proyectos, es que al final es más una investigación sensible y respetuosa sobre sus propias raíces y conexiones, documentando el camino del artista bajo su propio ojo.

La necesidad del movimiento, de pertenecer, registrar, demostrarte como espectador que más que fotos hay una vida buscando este sitio tan especifico que plasma visualmente un largo recorrido, un recorrido que empieza su padre y termina el aquí volviendo a su territorio. 

 La muestra está disponible hasta el 1 de febrero.